"No esperé a mi pobre amigo. Lo abandoné para siempre. Pagué, si mal no recuerdo; salí a la calle, tuve la suerte de encontrar taxi, volví al barco. Al oler ese ambiente particular de a bordo me hallé en casa y me invadió una gran debilidad, hecha de alivio y de júbilo. Yo creo que no se equivocó Veblen. Tuve miedo, no sé por qué."
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