"Ahora vuelvo los ojos con tristeza a los días alucinantes de su agonía. La vibración de su alma hizo vibrar la mía.
Estoy sentado en el salón de su casa. Las sombras de la tarde toman contornos negros, y tiemblan los reflejos de la última luz del crepúsculo. Estoy en su mundo, con sus pinturas, sus libros, sus recuerdos, y a mi mente vienen nítidas las formas de aquel cuadro de Goya del esqueleto escribiendo con su falange descarnada en la piedra sepulcral: ¡nada!"
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El final es lo que cuenta
Pero yo prefiero los finales, se anuncian a sí mismos por los pocos párrafos que quedan, contienen una emoción auténtica, que no necesita artificios, porque casi todo ya está dicho. Las últimas frases de cualquier relato adquieren resonancia por el simple hecho de ser las últimas. produciendo muchas veces una extraña sensación de pérdida, la de una historia que ya es nuestra y que se nos escapa. Pero por ser últimas no son necesariamente las definitivas; en ocasiones dejan abierta la posibilidad de continuar, en otros libros, en otro tiempo, en una impalpable dimensión literaria.
Este proyecto es un viaje al mundo de los finales, de los epílogos, de las últimas palabras. El orden es el arbitrario que adoptan los libros en sus estanterías. Si a alguien le inspira una nueva lectura, cumplirá su objetivo: la reencarnación de un final en el inicio de otra aventura.