El final es lo que cuenta


Cuando abrimos un libro, las primeras líneas y nosotros compartimos la impaciencia de iniciar una relación inolvidable. Las palabras, ansiosas por seducirnos, inoculan los gérmenes del relato, desencadenan las claves de un universo por explorar, crean una expectativa de disfrute que nos unirá al relato hasta el final, e incluso más allá de él.
Pero yo prefiero los finales, se anuncian a sí mismos por los pocos párrafos que quedan, contienen una emoción auténtica, que no necesita artificios, porque casi todo ya está dicho. Las últimas frases de cualquier relato adquieren resonancia por el simple hecho de ser las últimas. produciendo muchas veces una extraña sensación de pérdida, la de una historia que ya es nuestra y que se nos escapa. Pero por ser últimas no son necesariamente las definitivas; en ocasiones dejan abierta la posibilidad de continuar, en otros libros, en otro tiempo, en una impalpable dimensión literaria.
Este proyecto es un viaje al mundo de los finales, de los epílogos, de las últimas palabras. El orden es el arbitrario que adoptan los libros en sus estanterías. Si a alguien le inspira una nueva lectura, cumplirá su objetivo: la reencarnación de un final en el inicio de otra aventura.

12.9.10

Salinger, J.D. - El guardián entre el centeno (1945)

Traducción: Carmen Criado
"De lo que estoy seguro es de que echo de menos en cierto modo a todas las personas de quienes les he hablado, incluso de Stradlater y a Ackley, por ejemplo. Creo que hasta al cerdo de Maurica le extraño un poco. Tiene gracia. No cuenten nunca a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo"
El original:
"Don’t ever tell anybody anything. If you do, you start missing everybody"

Caulfield es el adolescente universal y Salinger un maestro del tono, la sugerencia, la delicadeza, sus silencios, la precisión de sus dibujos, su capacidad de evocación. Cuando lees esta novela a los 25 sabes que algo acaba de sucederte aunque eres incapaz de explicarlo.