"Viajaba con nosotros un joven de las Faklands, con un sombrero de piel de foca y extraños dientes afilados.
-Ya es hora de que nos ocupen los argentinos- comentó. -Esta maldita consanguinidad... -Y se rió y sacó una piedra del bolsillo. -¡Mire lo que me dio! ¡Una condenada piedra!
Cuando entramos en el Pacífico el hombre de negocios seguía tocando La Mer. Quizás era lo único que sabía tocar."
Chatwin transmite de forma ejemplar su pasión por la vida, sus relatos y documentales contienen su extrema curiosidad y permanente búsqueda, siempre con ese existencial matiz melancólico.
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