"Y Rosa, cayendo en sus brazos y ocultando su cabeza entre los pechos de su hermana, le dijo entre sollozos:
-¡Quien tiene que perdonarme eres tú, hermana, tú!...Pero hermana... no, sino madre... ¡Tía! ¡Tía!
-¡Es la Tía, la tía Tula, la que tiene que perdonarnos y unirnos y guiarnos a todos! -concluyó Manuela."
Una historia de amor y de muerte, sobre el sentido de la vida que hemos vivido, la angustiosa desorientación entre las varias posibles trayectorias vitales que, juntas, constituyen nuestra vida, la imposibilidad de volver atrás pero sí de darle un último y definitivo sentido a la vida.
Una historia de amor y de muerte, sobre el sentido de la vida que hemos vivido, la angustiosa desorientación entre las varias posibles trayectorias vitales que, juntas, constituyen nuestra vida, la imposibilidad de volver atrás pero sí de darle un último y definitivo sentido a la vida.
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