El final es lo que cuenta


Cuando abrimos un libro, las primeras líneas y nosotros compartimos la impaciencia de iniciar una relación inolvidable. Las palabras, ansiosas por seducirnos, inoculan los gérmenes del relato, desencadenan las claves de un universo por explorar, crean una expectativa de disfrute que nos unirá al relato hasta el final, e incluso más allá de él.
Pero yo prefiero los finales, se anuncian a sí mismos por los pocos párrafos que quedan, contienen una emoción auténtica, que no necesita artificios, porque casi todo ya está dicho. Las últimas frases de cualquier relato adquieren resonancia por el simple hecho de ser las últimas. produciendo muchas veces una extraña sensación de pérdida, la de una historia que ya es nuestra y que se nos escapa. Pero por ser últimas no son necesariamente las definitivas; en ocasiones dejan abierta la posibilidad de continuar, en otros libros, en otro tiempo, en una impalpable dimensión literaria.
Este proyecto es un viaje al mundo de los finales, de los epílogos, de las últimas palabras. El orden es el arbitrario que adoptan los libros en sus estanterías. Si a alguien le inspira una nueva lectura, cumplirá su objetivo: la reencarnación de un final en el inicio de otra aventura.

4.7.10

Unamuno, Miguel de - La tía Tula (1920)

"Y Rosa, cayendo en sus brazos y ocultando su cabeza entre los pechos de su hermana, le dijo entre sollozos:
-¡Quien tiene que perdonarme eres tú, hermana, tú!...Pero hermana... no, sino madre... ¡Tía! ¡Tía!
-¡Es la Tía, la tía Tula, la que tiene que perdonarnos y unirnos y guiarnos a todos! -concluyó Manuela."
Una historia de amor y de muerte, sobre el sentido de la vida que hemos vivido, la angustiosa desorientación entre las varias posibles trayectorias vitales que, juntas, constituyen nuestra vida, la imposibilidad de volver atrás pero sí de darle un último y definitivo sentido a la vida.

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