"Adrian Boshier luchó un momento en la superficie y en seguida se hundió lentamente, casi con agradecimiento, en el vacío.
No se ahogó; pero cuando le subieron a la superficie, estaba muerto.
Dicen que al día siguiente un enorme nubarrón llegó del lejano sudoeste y fue a encallarse en las laderas de Quienes Señalan no Llegarán nunca a sus Hogares, entonces fulguró un relámpago, rugió un trueno y cayó un diluvio sobre el seco Makgabeng."
Es uno de esos pocos libros que una vez finalizado deja un anhelo de horizontes limpios y viajes definitivos.
Es uno de esos pocos libros que una vez finalizado deja un anhelo de horizontes limpios y viajes definitivos.
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